EL BEBÉ SUPERPAÑAL 2ª PARTE
- ¡Bieeeen, ya estamos en la 2ª parte! –dijo el científico/caca.- ¡y me estoy hartando de que me llamen científico/caca!
- ¡Oye, a mí no me digas nada, ya sabes que es el autor el que dirige esto, así que a mí no me metas! –dijo el narrador.
- ¡Que te crees tú eso!¡Me ha rebajado 10€ anuales el muy grmlf…! –contestó el científico/caca -¡¡y he dicho que no me llaméis así máaaas!!
- ¿Qué te parece si te llamo sr. KK? Me ahorraría escribir. –dijo el autor.
- ¡Me gusta, me gusta! –y añadió rápidamente: -No me cobrarás derechos de autor ¿verdad?
- ¡Noooo, qué vaaaa!, ¿Cómo piensas así de mí? –y añadió por lo bajini: -¡Pardillo!.
En fin, el científico/caca…¡perdón! …El sr. KK utilizó una máquina de fusión de moléculas a base de energía atómica con los residuos NuKleares para crear un monstruo que destruyese a Superpañal. Hablando de Superpañal, vamos a ver qué hace…¡Míralo, está jugando al ajedrez contra su padre, y sólo le queda el rey y al padre, todas las fichas menos un peón (Superpañal entendió mal lo de “matar” a las fichas)!
- ¡No tienes posibilidad de ganar, Superpañal! –le dijo su padre.
- ¿Por …qué? –dijo Superpañal. ¡Mira, papito, mira como sí! En esto Superpañal utilizó su visión láser con todas las fichas de su padre, gritando feliz: ¡¡Jaque mate!!
- ¡Eso no vale, hijo!
Superpañal lo miró con una mirada desafiante con los ojos rojos, recargando su láser.
- ¡Vale, vale! ¡Tú ganas! –admitió su padre, que casi se iba por las patas abajo.
En el laboratorio, el sr. KK estaba poniendo a punto la máquina, cuando se le ocurrió una idea:
- ¡Pues claro! ¿Puedo fusionarme con los residuos NuKleares para aumentar todas mis capacidades si invierto la polaridad de la concentración de infinitos cúbicos NuKleares por base molecular…!
- ¡Bueno, sr. KK, no nos meta otro rollo! ¡Que algunos espectadores han sufrido diarrea mental!
- Bueno, no será para tanto… -contestó mientras escondía detrás de una mesa unas facturas de hospital. -Hala, ¡allá vamos!
En cuanto pulsó el botón, la máquina empezó a echar chispas y a soltar humo; y éste le provocó al sr. KK ganas de estornudar:
- ¡¡¡No, ahora n….aaat, ahoraaaaatchííísss!!! ¡Ahora no….! –gritó llenando la máquina de mocos.
La explosión fue increíble. De entre los humos emergía una especie de masa verde, viscosa, parecía que tenía ojos y también parecía que se…¡movía!. Bueno, vamos a dejarnos de historias tontas y a ver donde se ha metido el sr. KK.
- A…aquí…aquí estoy… -dijo una vocecilla.
¿Perdón? ¿Me ha parecido que el sr. KK estaba bajo la masa verde? O más bien…¡Él era la masa de… mocos!
La masa se levantó y dijo con una voz cavernosa:
- Vais a morir tooodoos… -y añadió con su voz normal:
- Y también ese asqueroso Superpañal. Hablando de asqueroso, soy una ¡beeeeej! ¡qué asscoo!
De pronto, del cerebro viscoso del sr. KK surgieron dos brillantes ideas que ahora mismo nos va a contar él:
- La 1ª idea es que como soy una gran masa de moco no tengo intención de seguir llamándome sr. KK, ya que eso daría un desconcierto a los lectores que no han leído la 1ª parte, por lo que exijo un nuevo nombre.
- Eso es lo más inteligente que has dicho en tu vida –asintió el autor-, así que ahora te llamarás a secas “moco viviente”.
- Como quieras –le dijo el sr. KK…¡perdón!, el moco viviente (no me acostumbro con tanto cambio de nombre).
- Proseguiré. Mi segunda idea es hacer un atraco de mentira, es decir, hago como que estoy atracando una joyería y en cuanto venga Superpañal me voy y me escondo en su casa, donde bajará la guardia, y allí esperaré hasta que se duerma, lo que aprovecharé para destruirle…¡para siempre!. Ingenioso, ¿eh?
Total, que fue a “no atracar” la joyería y en cuanto sonó la alarma, el moco viviente se escurrió por una alcantarilla, cuando en ese momento llegó Superpañal, atravesando y rompiendo por completo un cristal de un escaparate.
- ¿Qué pasa aquí?¡Ma-béis quita-do la hora de dormir! –dijo, medio enfadado.
El dependiente contestó:
- Pues que me estaban atracando, lo raro es que no se han llevado nada. Por cierto, ¡te has cargado uno de mis escaparates!
- Bueno, como no pa-só na-da, me voy -dijo Superpañal. Y salió disparado atravesando y rompiendo otro cristal.
- ¡¡¡Aaaaaaaaarrgh!!! –gritó el dependiente. ¡Otra vez! ¡Otra veeeeez!
Mientras Superpañal volvía a casa, el moco viviente iba bajo tierra, por la red de alcantarillado. Cuando llegó, dio la casualidad de que tuvo que salir por el váter, cuando en ese preciso instante entró Superpañal en casa y gritó:
- ¡Mamiiiiiiiii! ¡Papiiiiiii! ¡Voy á váteeeeer!
Superpañal llegó, se sentó, hizo sus necesidades (encima del moco viviente) y tiró de la cadena, con lo que el moco viviente se esfumó y volvió por donde había venido.
- ¡¡¡Nooooooooooooooo!!! ¡Maldito seas, Superpañaaaaaaaaaaaaaaal…!
- ¿Eh? Ma paecío oír a alguien á váter –dijo Superpañal, desconcertado. –En fin, pu-do sé mi caquita.
Por la noche, en el laboratorio del moco viviente:
- ¡Ya es la hora! ¡Tengo que ir a por Superpañal!... – dirigiéndose al váter. –Por cierto, ¿por qué tengo que entrar por los váteres siempre?
- ¡Te he dicho miles de veces que es el autor quién decide! ¡Qué yo sólo soy el narrador y estoy aquí sólo para narrar y contar la historia!
- Ya me estoy hartando del autor este, …me tiene hasta los mismísimos…
- ¿Hasta los mismísimos …qué, moco viviente? –preguntó el autor.
- Hasta nada, hasta nada… ¡je, je!
- Yo que pensaba darte un aumento…-advirtió el autor- en fin, te descontaré 5€ más…
- ¡¡¡Noooooooooooooooooooooooo!!! –grito el moco viviente- ¡¿Por qué? ¡ ¡¿Por qué a mí siempreeeeeeeeeeeeee?!
CONTINUARÁ…
¡Genial, Marco! Esperamos las siguientes entregas de El Bebé Superpañal (¡pobre moco viviente, en el fondo me da pena!).
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