En el aterciopelado horizonte de nuestras miradas,
se refugia la llama humeante de un eco escurridizo y tierno,
que sucumbe a la magia de un encanto sórdido
estremecido por la alborada de un atardecer intemporal.
Donde la sombra de lo cotidiano
se oculta en la ribera de nuestros párpados,
afligidos por el deambular de quien un día encontró
la imagen misteriosa y tenue de su melancolía,
acariciada por el viento de la mañana y el rocío de su despertar.
Gerardo Segurado
Un poema con metáforas sensoriales, con mucha música, Gerardo. Muy bonito.
ResponderEliminarY qué decir de Debussy...
Resulta especialmente interesante tu comentario, Isabel . Dado que te dejas fluir y esa sensorialidad y musicalidad te arropa. Donde cada palabra tiene su lugar, en una melodía que todo lo impregna. Te haces eco y vibras como con la magia de Debussy.
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