La mirada del espejo
Es curioso cómo solemos afirmar o negar lo que jamás se ha dicho ni pensado, corroborándolo e incluso realizando afirmaciones completamente infundadas pero que tan solo responden a nuestra visión interna y parcial de lo que en realidad está sucediendo. Por supuesto todo ello debidamente justificado y razonado.
Ante tamaño despropósito, para qué quitarle a nadie el placer de disentir sobre lo que jamás has pronunciado, o asentir respecto a algo nunca pensado. Al fin y al cabo, cada cual ve el mundo según lo observa tras sus propias experiencias, vivencias, etc. Pero se da la circunstancia que todas esas vivencias y experiencias son el pasado. Y sucede que vivimos en el presente, con estímulos que no percibimos sino bajo la visera de nuestra parcialidad.
De manera que si no somos capaces de ver las cosas con una cierta perspectiva, resultado obviamente de un determinado trabajo personal. Nos daremos constantemente de bruces con nosotros-as mismos-as. Y seguiremos metidos en nuestro castillo de naipes, recibiendo los feedback necesarios a través de amistades, familia, etc... para reafirmarnos y considerar que estamos en lo cierto, dado que al fin y al cabo... quién es nadie para dudar de mi opinión, si dicha opinión es resultado de mi esfuerzo, mis estudios, etc
Así perdura la estupidez. Lo lamentable es que la vida pasa y la magia de el instante se pierde para siempre. Pero no hay problema, buscamos sustitutos que en nada empañen nuestro modus vivendi y nos hagan creer que vivimos el momento presente, incluso que somos espontáneos, naturales e ingeniosos, pero con un pequeño contratiempo. Todo cuanto vivimos, es el resultado de un solo protagonista: nuestro ego.
Gerardo Segurado
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